El sentido de lo Sueños
La aportación de la terapia Gestalt en el trabajo con los sueños constituye una herramienta de profundo calado en el proceso de autoconocimiento de cualquier persona.
Los sueños pueden facilitarnos tomas de conciencia sobre múltiples aspectos de nuestra estructura psico-emocional, como son las creencias limitantes, emociones bloqueadas, asuntos inconclusos y sobre todo partes negadas de nuestra personalidad que nos generan conflicto.
El trabajo con los sueños en Gestalt nos permite la resolución de esas áreas en contradicción en pro de acceder a una vida más completa, auténtica y feliz.
Sueños y Gestalt
Los diversos tipos de sueños siempre han sido motivo de fascinación e interés para la humanidad a lo largo de la historia por su significado oculto e incluso trascendental. En nuestra escuela sin embargo, trabajamos sólo con aquellos que refieren información respecto a áreas internas de la personalidad, como por ejemplo los sueños recurrentes, los postraumáticos y aquellos que muestran aspectos cotidianos.
En 1969 el
padre de la Gestalt, el aléman Fritz Perls, publica su obra "Sueños
y Existencia" donde pone de manifiesto la importancia de los mismos en el proceso terapéutico:
Para
la Gestalt el sueño
es una representación, es como una
obra de teatro
que generamos a través de nuestro subconsciente y donde todos los
elementos
que
aparecen en él reflejan en realidad
fragmentos
de nuestra personalidad.
Estos aspectos aparecen en el sueño proyectados como elementos o imágenes pero en realidad son rasgos auténticos de nuestra personalidad que en la vida hemos apartado y que el sueño viene a recordarnos.
Para la Gestalt el sufrimiento es el resultado de las contradicciones internas entre lo que pensamos, sentimos y hacemos. Es decir, sufrimos cuando nuestras partes no están integradas. En este sentido es donde radica la importancia de los sueños porque ellos nos alertan de que hay algo que no encaja en nosotr@s, contradicciones de las que incluso no nos damos cuenta y que sin embargo se traducen en situaciones de sufrimiento.
El sueño de Leticia
Leticia sueña que camina por una pradera y mira una farola en la que se posa una gaviota. Al instante, la gaviota se transforma en un perro gigante que se dirige hacia Leticia con aire amenazante. En ese momento el miedo hace que ella se despierte sobresaltada.
En este ejemplo tanto la pradera, la gaviota, como la farola incluso el perro gigante hablan de partes no aceptadas de la personalidad de Leticia que ella ha alienado y que a través de este relato están reclamando su atención.
Posiblemente el perro gigante tenga que ver con la rabia negada de Leticia, la gaviota puede ser la manera dulce en la que ella presenta su enfado, mientras la pradera puede hablar sobre la sensación de seguridad que ha asimilado de su entorno.
Sin embargo esa interpretación no será suficiente para entender y mucho menos para avanzar en nuestro trabajo de integración ya que requeriremos, como veremos a continuación, ir más allá y experimentarlo.
Vivenciar
el sueño para reapropiarnos de sus partes
En Gestalt, la base del trabajo con los sueños no es la interpretación, sino la experimentación. Por ello para conseguir reapropiarnos de lo proyectado, en la consulta no analizaremos los sueños, sino que los traeremos a la vida mediante la actuación.
¿Y como vamos a hacer esto?
En primer lugar el terapeuta solicita al cliente que cierre los ojos y relate el sueño en voz alta y en tiempo presente como si lo estuviera reviviendo. Una vez haya concluido el relato, el terapeuta decidirá un objeto que le parezca relevante dentro de la escena del sueño. Después pedirá al cliente que cambie su posición en la sala y se posicione en otro lugar donde deberá proyectarse completamente en ese objeto elegido.
Proyectarse implica: ser,
sentir, actuar y por supuesto hablar como si fuera ese objeto. Para
ello es necesario que la persona olvide su
mente y confíe en sus sentidos y sensaciones.
Una
vez que la persona está experimentando completamente el objeto, le
solicitaremos que establezca
un
diálogo
entre él como objeto y el cliente que era unos minutos antes, es
decir
entre sus propias partes. Dará comienzo así una especie de obra de
teatro donde la persona representará dos papeles intercambiando su
posición en la sala. Este diálogo vendrá seguramente acompañado
de demandas, reproches y enfrentamientos. A
medida que avanza el ejercicio con el diálogo, en vez de la lucha,
ambas partes comenzarán a alimentarse del aprendizaje
mutuo.
En este entendimiento y apreciación de las diferencias logramos la
unidad de las dos fuerzas opositoras, con lo que la antigua guerra
interna habrá concluido.
Cada vez que un objeto del sueño se integra en nosotros recuperamos energía y vitalidad. A partir de ese momento ya podremos encarar la nueva situación con toda la energía enfocada en su resolución y no en el autocontrol.
Cada trocito en nuestro sueño es una pieza de un puzzle, que entero formará una persona más feliz, más verdadera.
Terapia y Cambio
valentin.aguado.bne@gmail.com