Vergüenza y Culpa
Todas las personas hemos vivido bajo sentimientos de vergüenza y culpa alguna vez. En este artículo explicamos algunas de sus motivaciones y las diferencias entre estos dos sentimientos.
Cabe señalar que tanto la vergüenza como la culpa pertenecen a las emociones secundarias porque devienen de un fenómeno cultural, es decir se basan en la creencia de que hay una forma correcta de ser y de hacer.
La principal diferencia entre ambas es que la culpa aparece en relación a algo que hemos hecho o dejado de hacer mientras que la vergüenza se asocia a la idea del fracaso de nuestro ser.
Culpa
Respecto a la culpa podemos decir que existen a su vez dos tipos: la culpa tóxica y la sana. La culpa sana es el sentimiento que nos permite tomar responsabilidad respecto a las acciones hacia los demás y el entorno para poder rectificar y obrar de acuerdo al adulto. Este tipo de culpa, es sanadora, porque juzga nuestros actos, no a nosotros mismos.
La culpa tóxica sin embargo nos produce remordimientos, nos ancla en el pasado y no nos deja disfrutar de nuestro presente. Esta culpa aparece en relación a algo que hicimos o dejamos de hacer y que contradice nuestra idea de quién deberíamos ser o de una imagen fantaseada de nuestro sí mismo. Por ejemplo si me considero una persona familiar y no asisto a la boda de una hermana, puedo sentir culpa ya que este acto contradice mi ideal de quien soy yo.
Otra manifestación de la culpa neurótica es cuando sentimos enfado hacia otra persona y no nos permitimos expresarlo, entonces lo volcamos hacia nosotr@s mism@s. Este tipo de culpa tóxica es una autoagresión, es un resentimiento no expresado hacia otros donde nos bloqueamos para evitar la emoción de enfado y nos negamos a expresar lo que necesitamos.
La tercera forma de culpa tóxica tiene que ver con nuestra omnipotencia. La sentimos cuando llegamos a creer que somos responsables por la vida de otra persona adulta, por los sentimientos del otro y por todo lo que ocurre a nuestro alrededor.
La culpas neuróticas son duraderas en el tiempo y la persona que la padece se agrede con un autocastigo real con el fin de compensar la supuesta falta. El castigo imaginario de la culpa es la mutilación o muerte arquetípica.
Vergüenza
Al igual que en la culpa, la vergüenza posee una función saludable. La vergüenza sana la experimentamos como una sensación de alerta ante situaciones en las que no disponemos de los recursos suficientes para afrontarlas. Es sana porque no valora quien somos, sino las capacidades concretas ante una situación.
Sin embargo la vergüenza tóxica es, en palabras del gestaltista Jesús Ruiz de la Rosa, como un sentimiento de no tener derecho, de no ser digno de pertenecer a un grupo. Cuando sentimos esta vergüenza pensamos que hay algo intrínsecamente malo en nosotros mismos como persona y ante este sentimiento respondemos con la huida y la ocultación: ¨Tierra, trágame!¨ .
Las personas que sienten vergüenza se ven a sí mismas incapaces de alcanzar en la vida aquello que se han fijado como meta, se ven como personas inútiles y se suelen preocupar por aquello que les falta, por sus deficiencias, no se creen listos o atractivos o buenos o tan interesantes como sus amigos.
Mientras con otras emociones desagradables somos más tolerantes la vergüenza es una emoción de la que queremos escapar rápidamente.
Por último y a diferencia de la culpa el castigo imaginario al sentir vergüenza es el abandono físico o incluso el destierro.
Salir de la vergüenza y la culpa en Terapia
Como decíamos la vergüenza y la culpa no son emociones innatas, sino fenómenos culturales que se fundan y sustentan en relaciones y situaciones de desamor.
Sanar la vergüenza y la culpa no es sólo un proceso racional y va más allá del darse cuenta. Sanar estas emociones implica un proceso en el que vamos reconfigurando nuestra emocionalidad mediante cuestionar las creencias a las que estamos apegados. Requiere crecimiento porque implica ponderar lo que queremos conservar y lo que queremos cambiar de nuestra manera de contactar con los demás.
Si trabajamos en terapia con la vergüenza tóxica, necesitaremos traer al ahora episodios del pasado donde la persona experimentó por primera vez ese sentimiento. Desde esos episodios necesitaremos reelaborar lo que allá y entonces recibió distorsionadamente como mensajes de amor y aprobación de sus figuras de referencia adultas.
Respecto al trabajo con la culpa, en Gestalt entendemos que la energía que la persona carga contra sí misma en realidad quiere proyectarla hacia alguien o algo. Desde esta premisa facilitaremos en la consulta esa expresión emocional e iremos cuestionando las creencias personales y sociales que entran en conflicto con el hacer espontáneo de la persona y su autoconcepto.
También destaparemos los beneficios disfuncionales de su culpa como por ejemplo: solicitarles a otros compasión y aceptación, evitar el enfado o pagar ¨la penitencia¨.
El trabajo terapéutico implica un incremento de la conciencia y en ocasiones la persona comprende que ejerció daño sobre otras o que es tiempo de relatar un suceso vergonzoso y/o que implica culpa. La consulta es un lugar entonces para la confesión, el acto de reparar y su perdón.
Terapia y Cambio
valentin.aguado.bne @gmail.com